Si, eso es... Una gigante resortera. Un puñado de sentimientos que necesitan descargarse a golpes de desesperación. Esto que me viene sucediendo es así. Me estoy cargando de golpes hasta que yo decida levantarme y con la enorme liga de mi resortera aventarlas sin parar hacia todas direcciones como pueda. Yo en un teatro cantándole a un grupo determinado de receptores. Estoy lista. Lo presiento. Un día mi maestra me lo explicó en otro idioma y es como si hoy lo escuchara en español. Tenía que vivir, tenia que recorrer un largo y extraño camino para encontrar mi corazón. Aún faltaran muchas escalas. Pero hoy tengo unas enormes ganas de interpretar como nunca. Hoy quiero desatar, soltar este puñado de sentimientos con voz y sacar las alas imaginarias que un día nacieron en mi y viven esondidas. Ya no puedo esperar a que venga mi examen, tengo tantas ganas de hacerlo... tantas ganas de cantar.
Y es que este año ha sido tan difícil y tan compacto. Algo huraño y crudo. Acabo de empezar a encontrarme gracias a tantos tropiezos.
El canto es impredecible casi como yo misma. Hay un color azul esperando en la puerta. Cierro los ojos y encuentro proyectos y mas proyectos. Llevo casi un mes sin cantar para mi. Y es como si algo me estuviera recargando. Siento esta enorme necesidad. La próxima vez que cante voy a estallar…
…Ya no tengo miedo.
Esta carrera… esta belleza de carrera… cuanto nos da, cuanto nos quita…
Pero al final cuanto aprendemos cuanto crecemos…
Aún me pregunto..
¿Este será ya mi momento o es algo que cada quien debe saber decidir?...
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